AUTOR: SEBASTIAN SMEE
Lucian Freud (1922–2011) estaba interesado en decir verdades. Operando siempre fuera de las principales corrientes del arte del siglo XX, el estimado retratista observaba a sus modelos con el régimen y la precisión de un científico de laboratorio. No solo registró las manchas, magulladuras e hinchazones del cuerpo vivo, sino también, debajo de los defectos y pliegues de la carne, los detalles microscópicos de lo que hay dentro: la sensación, la emoción, la inteligencia, la floración y lo inevitable. , decadencia imparable. A pesar de rechazar los paralelismos entre él y su renombrado abuelo, la correlación entre el proceso de sentarse para retratar de Lucian Freud y las sesiones de psicoterapia de Sigmund Freud es un elemento fascinante para esta obra figurativa. A pesar del grosor de las superficies de empaste, los retratos de Freud de sujetos tan variados como la Reina, Kate Moss y un obeso supervisor de un centro de trabajo penetran la fisicalidad del cuerpo con una visión directa y, a menudo, cautivadora. El resultado es tanto un interrogatorio psicológico como un examen incómodo de la relación entre el artista y el modelo. Este libro reúne algunos de los retratos más destacados y sin complejos de Freud, para presentar a un artista considerado uno de los mejores maestros de la forma humana.
IDIOMA ORIGINAL
Lucian Freud (1922–2011) was interested in the telling of truths. Always operating outside the main currents of 20th-century art, the esteemed portrait painter observed his subjects with the regimen and precision of a laboratory scientist. He recorded not only the blotches, bruises, and swellings of the living body, but also, beneath the flaws and folds of flesh, the microscopic details of what lies within: the sensation, the emotion, the intelligence, the bloom, and the inevitable, unstoppable decay. Despite rejecting parallels between him and his renowned grandfather, the correlation between Lucian Freud’s sitting process for portraiture and Sigmund Freud’s psychotherapy sessions is a fascinating element to this figurative oeuvre. Despite the thickness of the impasto surfaces, Freud’s portraits of subjects as varied as the Queen, Kate Moss, and an obese job center supervisor penetrate the physicality of the body with a direct and often disarming insight. The result is as much a psychological interrogation as it is an uneasy examination of the relationship between artist and model. This book brings together some of Freud’s most outstanding and unapologetic portraits, to introduce an artist widely considered one of the finest masters of the human form.