Autor: NADAL SUAU
Hubo un tiempo en que los tatuajes se asociaban a personajes de entornos marginales, como marineros, presidiarios o freaks. Eran una provocadora declaración de intenciones: «He vuelto desde otro lugar». Hoy en día el tatuaje se ha universalizado y ha perdido esta condición. El propio autor los luce y declara: «Tatuarse es una fiesta. Para nosotros que nos marcamos, tatuarse es la mayor fiesta imaginable, una mezcla de voto solemne y treta infantil». Este es un ensayo sobre una subcultura que ha devenido cultura.