Autor: FLORENT BRAYARD
Desde los juicios de Núremberg sabemos que la llamada «solución final de la cuestión judía» fue un secreto de Estado compartido por las élites nazis, que conocían perfectamente el destino de los judíos europeos deportados hacia el Este: el asesinato sistemático en Auschwitz o en Treblinka.
Sin embargo, si nos fiamos de su monumental Diario (unas 75.000 páginas), Goebbels constituye una excepción. Si bien en seguida se le informó de la masacre de los judíos soviéticos y polacos, durante mucho tiempo creyó que los judíos deportados desde Alemania se hallaban concentrados en guetos a la espera de un futuro traslado. Pero los estaban matando… ¿Era Goebbels, amigo íntimo de Hitler y figura de referencia del régimen, el único que no sabía?
Basándose en una documentación amplísima, Florent Brayard considera que no, que la singularidad del caso Goebbels invita a reinterpretar el secreto que rodeó Auschwitz, ya que los archivos y la nueva documentación disponible parecen indicar que durante mucho tiempo la «solución final» se presentó como un simple traslado ante el aparato del Estado.
Incluso dentro del Reich, el asesinato de todos los judíos de Europa, no solo los del este, sino también los del oeste y los del sur y los judíos alemanes, constituía un acto sumamente transgresor, que Hitler y Himmler prefirieron ocultar —es decir, un complot. El asesinato sistemático no fue revelado en la conferencia de Wannsee que tuvo lugar en enero de 1942, como mantiene la historiografía desde Núremberg, sino que hubo que esperar a los discursos de Himmler en Posen ante altos mandatarios del Estado y del partido en octubre de 1943.
Por aquel entonces, en palabras del propio Himmler, la operación ya había terminado.